CIBERMAGAZINE

domingo, 18 de julio de 2010

Cuba y Circo, protagonistas de Etnosur 2010



Podría mencionar muchas de las cosas que me sorprendieron de la
(Jaén. 18-07-10) Podría mencionar muchas de las cosas que me sorprendieron de la XIV edición del Etnosur (2010): gente sencilla de campo hablando con jóvenes pseudohipies, mientras cortan por lo sano con el conflicto intergeneracional; pistolas de más de un metro en manos de pacifistas, disparando agua y sonrisas a desconocidos agradecidos; algunas de las mujeres más bellas del mundo desfilando por Alcalá la Real (Jaén); e incluso, la utilización de elementos escénicos poco comunes en el circo, como los libros. Pero sin duda, lo que más me sorprendió fue ver a un hombre de 92 años dándolo todo en el escenario: Reinaldo Creagh fue el equivalente a la rodaja de limón que debe culminar todo buen chupito de tequila. 
 

Y es que, un año más, aún con su crisis, sus guerras, la hipocresía de las clases dirigentes, y la consolidación del dominio mundial por parte de estructuras internacionales que son ajenas a conceptos como humanismo, democracia, o paz, el mundo se detuvo durante un fin de semana para que 40.000 soñadores exhaustos pudieran disfrutar de música, diversión y alegría en estado puro. “Es como estar en otro mundo”, comentaba uno de los asistentes primerizos anónimos que paseaban por la Avenida de los Álamos, en pleno bullicio matinal.

Talleres-pasagorras-batucadas-conciertos-raves… y vuelta a empezar 
 
Del viernes al domingo, el Etnosur no se detiene ante nada ni ante nadie: solo hay que echarle un vistazo al horario del festival para darse cuenta que la organización solamente deja 6 horas libres al día (presumiblemente, para dormir) a aquellos asistentes que no quieran perderse ninguna de las citas obligadas. Pero si no te quieres ir a la cama (a lo mejor porque no se tiene ninguna a mano) siempre puedes buscar a los insomnes refugiados en alguna rave clandestina o apurando la fiesta en cualquier esquina del pueblo.

Por otra parte, los madrugadores pueden disfrutar de los talleres: de percursión cubana, de danza afro-yoruba, de plantas, de repostería, de clawn, de reflexología…

Por la tarde, las pistolas de agua, los fumigadores (también conocidos como flus-flús), y los vasos de litro de tinto de verano (con mucho hielo) a 2 euros, ayudan a combatir el infernal calor de las calles de Alcalá la Real; salpicadas de espectáculos callejeros, batucadas, conciertos y obras de arte andantes, ya sean en forma de tatuajes, flores al óleo en la cara, o una espesa capa de pintura azul a lo pitufo (o avatar, según se prefiera) que un grupo de ‘amables’ y sonrientes chicas iban restregando por la cara, manos, y otras partes de la anatomía, de todas las víctimas que (voluntaria o involuntariamente) se cruzaban en su camino.
También hubo charlas, proyecciones cinematográficas, stans de ONGs, y mil anécdotas en cada esquina: el Etnosur es así, y ningún artículo es capaz de abarcarlo en todo su esplendor.



Señoras y señores… con todos ustedes… ¡el Circo!


Los afortunados que consiguieron una entrada y llegaron a tiempo de que no les cerraran las puertas en las narices, pudieron disfrutar de los espectáculos circenses, a los que se consagraba, junto con la música cubana, esta edición del festival. La compañía ‘Pacolmo Teatro de Calle’ sorprendió a la audiencia con un número de variedades durante el viernes, plagado de humor, contorsionismo, danza, y prestidigitación. El sábado, los payasos (o clawns, ya que ahora está de moda en el mundillo decirlo en inglés) fueron los reyes de la pista, haciendo reír a todos los niños, tanto a los que se llevan por dentro, como a los que todavía lo llevan por fuera.

Acampada VS pisos patera

Algunos de los más veteranos, o resabiados, los que saben que un camping de festival es todo un ejercicio de supervivencia, optan por alquilar algunos de los pisos que se atreven a ofrecer los nativos más valientes del lugar. Estos son los pisos-patera-festivaleros: apartamentos de pueblo, normalmente grandes que, aunque concebidos para acoger a una familia de 4 ó 5 personas, acaban albergando al doble o el triple de personas durante el fin de semana del Etnosur. En ellos, el salón, los pasillos, y hasta la cocina (no tenemos constancia de que nadie haya dormido en el cuarto de baño) se convierten en improvisadas habitaciones, cubriendo el suelo con un manto de aislantes, sacos de dormir, y colchones hinchables. 


Los que no pueden permitírselo, o deciden ‘vivir la magia del festival en todo su esplendor’ por puro sadomasoquismo (entre los que se encuentra un servidor), van a parar a uno de los dos campings oficiales del festival, por el módico precio de 20 euros. A pesar de los 40 y muchos grados que puede alcanzar una tienda a partir de las 10 de la mañana, el continuo ruido de timbales y gritos durante toda la noche, y la falta de agua caliente, los campings de los festivales tienen algo especial que hace que la gente tienda a hermanarse y que afloren la generosidad y lo extrovertido de cada uno de sus habitantes.


Una tercera modalidad, solo apta para auténticos ‘perros de festival’ (y que conste que esta expresión la digo en el mejor de los sentidos), es la acampada libre: cualquier acera, jardín (incluso los vallados), o trozo de campo sirve para plantar la tienda. Los más osados, se echan a dormir debajo de un pino, incluso, sin aislante ni saco.

En principio… ‘Kata kanona’


Ana, Cecilia, Eva, Mariana, Uka y Maeba son las seis chicas jienenses que conforman la compañía de danza ‘Kata kanona’ (‘En principio’, traducido del griego clásico). Con su espectáculo ‘Onírica’ (que como su propio nombre indica es una alegoría de los sueños) consiguieron trasportar al público a otro mundo, más etéreo y suave, y no precisamente por aburrimiento: el espectáculo de música, videoproyecciones y danza, aderezado con elementos como disfraces de medusas y pañuelos ingrávidos, dejó perplejos a los asistentes, los cuales no parecían esperar tanta belleza -no musical- sobre el escenario.


Tomasito y ‘Las Chicas de Oro’ gitanas

De Jerez de la Frontera tenía que ser. Tomasito (o Tomás Moreno Romero, para los que quieran saber que es lo que pone en su DNI), más conocido por su participación en el grupo G-5, fue el plato fuerte de la noche del viernes. “Lo mío es fusión… no infusión”, comentaba a todos los periodistas que le preguntan por cómo definiría su estilo de música. Y es que se atreve a fusionar flamenco con funk, hip-hop, punk, pachangueo… y últimamente y con gran éxito, pop y rock. Especial mención cabe para la versión del ‘Back in Black’ de los ACDC que, a ritmo de guitarras españolas y palmeros, cantó y bailó con ‘Las Chicas de Oro’ gitanas: tres sesentonas de etnia romaní que hubieran hecho arrancarse por bulerías al mismísimo Angus Young.

Minusválidos físicos con almas superdotas


Cable eléctrico, un bote de leche en polvo cruzado por un palo, y los despojos de una red de pescador, son todo lo que Roger, el miembro más jóven del grupo ‘Staff Benda Bilili’ necesitó para fabricarse un laúd. Y es que este grupo de congoleños, a los que un día la polio los dejó en una silla de ruedas, o en el mejor de los casos, encadenados a unas muletas, han demostrado que la música puede darle voz a los sin-voz y romper todas las barreras: ya sea la de la pobreza, la incapacidad, o la incomunicación. Pero todo esto no tiene ninguna importancia a la hora de pararse a escuchar su música: antes de hacerse ninguna idea preconcebida, recomendamos exhaustivamente que se dejen sorprender por esta fusión de ritmos congoleños clásicos con los éxitos más actuales del reague y funk, para luego poder admirar con conocimiento de causa a estos talentosos músicos.

Cubanenado, cubaneando… Reinaldo Creagh

Carmen París, Santiago Userón (o Juan Perro, según el momento de su carrera que se mire), Pancho Amat, y Reinold Cárdenas estuvieron increíbles, al cobijo de la Orquesta ‘Cuba Sound Project’, en el espectáculo ‘Cubaneando’: broche de oro de la noche del sábado etnosureño. La complicidad, buen humor y amor al arte que derrocharon en el escenario engatusó a un público no excesivamente receptivo, debido a que, a la altura del festival en que se encontraban, el cuerpo pedía algo más de marcha.
Pero todo el mundo enmudeció cuando el maestro Reinaldo Creagh inundó el escenario. Si la experiencia es un grado, este hombre los tiene todos. Y ya de paso, decir que con sus casi centenar de años sigue teniendo más ritmo que toda mi generación. El que fuera uno de los fundadores de ‘La Vieja Trova Santiaguera’, y que mostrara al mundo entero la música cubana, sigue teniendo marcha para subirse a la tarima, al menos, durante un par de temas, y demostrar que aún le queda mucho que enseñar, tanto dentro como fuera de los escenarios.

Texto: Cuco
Fotos: Cuco