CIBERMAGAZINE

jueves, 13 de agosto de 2009

Fiesta de disfraces: los alter-egos invaden Campoamor

Jesucristo, Bin Laden, Michel Jackson, Axel Rous, Jhon Rambo, Mr. Packman y sus fantasmas, operarios de Darma Corp., Duffman, enfermeras, bufones venecianos, piratas, CD,s pirata, brujas, insectos de miles de clases, fichas del Tetris, hadas, Tony Manero, indios y baqueros, policías-streapers, ángeles y demonios,… y travestís de todo tipo. Los alter-egos de más de 15.000 personas asistieron a la fiesta de disfraces de Campoamor (Orihuela, Alicante) en un derroche de originalidad y color que, año tras año, se afianza contra viento y marea, por mucho que les pese a las asociaciones de vecinos de la pequeña y elitista localidad costera.
“La esencia de la fiesta es que las chicas vayan de algo provocativo, y los chicos, de algo gracioso”, comentan algunos de los más veteranos del lugar; los que han visto crecer la fiesta poco a poco, y que jamás pudieron pensar que un evento sin apoyo oficial de ningún tipo, que empezó hace más de 15 años en una discoteca que ya no existe (y en donde no se disfrazaban más de una veintena de personas), haya llegado a tener semejante envergadura. Hoy en día la ‘patrocinadora’ de la fiesta es la discoteca Xairo, pero menos del 5% de la gente llega a entrar al local (previo pago de 20 euros y siendo obligatorio el ir disfrazado), quedándose en la calle la mayoría de los asistentes.

Las Fuerzas del Orden se encargaron de que los jardines, praderas y playas (emplazamientos clásicos para la celebración de esta fiesta) fueran lugares libres de disfraces, en donde los miles de visitantes carnavalescos se consideraran personas ‘non gratas’, lo que dice muy poco de la hospitalidad de los lugareños. Menos mal que un extenso parking ubicado en medio de ninguna parte sirvió como sala de fiestas improvisada para los nómadas que buscaban, como almas en pena desesperadas, un oasis en donde no ser multados por el mero hecho de hacer lo mismo que en una terraza cuesta entre 5 y 10 euros: beberse una copa. La falta de iluminación del descampado fue compensada por una media luna, la lluvia de estrellas fugaces de ‘Las Légrimas de San Lorenzo’ o ‘Nereidas’, y por un montón de chicas radiantes.

Los que asistieron desde las ciudades cercanas, como Alicante o Murcia, aseguran que tardaron más de una hora en recorrer los últimos kilómetros del trayecto. Los accesos a la pedanía estaban colapsados, tanto por la afluencia masiva como por los controles policiales. Mucha gente comentaba con tristeza que habían sido multados y se les habían requisado las botellas, incluso aunque éstas estuvieran cerradas y precintadas. “Si queréis recuperarlas, ir a reclamar mañana al Ayuntamiento de Orihuela”, es la letanía que repetían una y otra vez los chicos de uniforme, según comentaba un buen número de sus víctimas.
Mucha originalidad y poco dinero
Lo único que sorprende más que el alto porcentaje de la gente que se disfraza (el 90% de los asistentes sacan a pasear a sus alter-egos durante esa noche, dejando su aburrida vida real en casa), es que la mayoría de los disfraces son caseros. Un poco de papel maché, cartulinas, unos rotuladores, y papel de aluminio en abundancia, son los únicos ingredientes necesarios para hacerse un gran disfraz. Un buen fondo de armario anacrónico, exótico, o étnico, también pueden sacar del apuro a los que deciden apuntarse a última hora y no pueden (o quieren) gastarse un euro en el atrezo. Al final, las simples y buenas ideas son las que triunfan, y el disfraz más caro del mundo jamás podrá competir contra el derroche de ingenio que gastan muchos de los asistentes a la fiesta de disfraces de Campoamor.

Texto: Cuco
Fotos: Cuco

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